1) El Gaucho Martín Fierro
José Hernández
EDUVIN - 296 PÁGINAS
Lo elijo porque...
Es el primer libro que leí por voluntad propia. Lo llevaba a todos lados, incluso a los cumpleaños de mis amigos. Nunca sentí tanta fascinación por una obra. Quizás era más la arrogancia de leer, que la obra misma. Hoy elegís cualquier verso al azar y adevertís la inmortalidad de las palabras. Con perdón de Borges, creo que es el mayor patrimonio literario de los argentinos.
Fragmento de “El Gaucho Martín Fierro”
Yo no soy cantor letrao,
Mas si me pongo a cantar
No tengo cuándo acabar
Y me envejezco cantando:
Las coplas me van brotando
Como agua de manantial.
2) Ceremonia secreta
Marco Denevi
Ediciones Corregidor - 57 páginas
Lo elijo porque...
cuando lo encontré en una feria de libros usados automáticamente lo asocié con mi profesora de literatura y con “Rosaura a las diez”, también de Denevi. Lo llevé con poca fe. Pero me atrapó desde el primer párrafo. No sólo deslumbra la trama, sino la forma en que se expresa el autor. Es perfecta, te atrapa para siempre.
Fragmento de “Ceremonia secreta”
Ahora le llegaría el turno a Natividad González. A esa mujerzuela le dejaba diariamente, desde hacía meses, una ostentosa rama de ortiga. La señorita Leonides tenía decidido que la rama de ortiga fuese como una esquela donde, sin usar malas palabras pero con todos sus puntos y comas, se invitara a la destinataria a mudarse de barrio. Pero Natividad González parecía ser analfabeta al idioma de la ortiga y no se mudaba nada. De modo que la señorita Leonides se veía en la penosa obligación de insistir en sus urticantes intimaciones de desalojo.
3) El regreso del hijo pródigo
Henri J. M. Houwen
Editorial PPC - 160 páginas
Lo elijo porque...
lo encontré en la casa de mi mamá, una mujer ultra católica. Cuando vi en la portada el cuadro de Rembrandt, del mismo nombre, me generó curiosidad y lo agarré. Es un libro que si bien no se aleja de la dogmática católica, lo hace desde un ángulo muy real, con los pies en la tierra, alejado del misticismo incomprobable. Conjuga lo espiritual, el arte y lo mundano.
Fragmento de “El regreso del hijo pródigo”
El cuadro estaba expuesto de la forma más adecuada, en una pared que recibía la luz natural (...). Sentado allí, me di cuenta de que a medida que se acercaba la tarde, la luz se hacía más intensa. A las cuatro, el sol cubrió el cuadro con una intensidad diferente, y las figuras de atrás -que durante las primeras horas parecían algo borrosas- parecieron salir de sus rincones oscuros. (...). El abrazo del padre y el hijo se hizo más fuerte, más profundo, y los mirones participaban más directamente de aquel misterioso acontecimiento de reconciliación, perdón y cura interior.